Sancocho de Déficit y Odio

Ayer me intentaron atracar en Piantini. Me persiguió un motorista hasta la casa de un familiar, y me salvé por un pelo. Al publicarlo, me enteré de que en la última semana ha habido 3 casos conocidos por ahí. Pero este sector no tiene destacamento, y las patrullas circulan muy de vez en cuando, especialmente cuando hay que buscar el moro. No creo que a la policía le importe, y si le importa tiene pocos recursos materiales y humanos para hacer frente a esto.

Pensaba escribir extensamente sobre el tema, porque todos conocemos a alguien que ha pasado por una situación similar, pero yo lo viví ayer en carne propia y si antes andaba atenta y temerosa de los motoristas, ahora me encuentro en modo parálisis. En este país la vida diaria es cuesta arriba, el ciudadano está totalmente desprotegido, y en especial las mujeres. Mi Estado no me protege, de hecho le importa tan poco lo que me sucedió, que aún habiendo escrito a la policía y su vocero por Twitter, ambas cuentas han respondido a otras cuestiones, ignorándome. Pues una rubia casi atracada en Piantini probablemente se lo buscó, por andar en una zona de clase media y sola. Pienso ir a poner la denuncia, aunque mis familiares me han prevenido de que es una pérdida de tiempo. Pero la pondré porque es lo correcto.

Pero lo que subyace detrás de esta criminalidad es la agobiante situación económica de nuestro país. A raíz de lo que me sucedió, un amigo publicó una nota analizando las estadísticas de criminalidad con relación a las reformas fiscales impuestas a este pueblo, sin misericordia, una detrás de la siguiente. Reformas que resultan doblemente insultantes cuando son implementadas para cubrir un hoyo causado por el despilfarro del partido en el gobierno para cubrir sus enormes gastos de campaña. Vamos, que no bailamos en esa fiesta, pero la pagamos nosotros.

Este pueblo no puede más. Como bien mencionaba mi amigo en su nota, el sueldo mínimo no se aumenta desde 2001, sin embargo la canasta familiar incrementó solamente de 2012 a 2013 en un 30% (según los datos más conservadores). Cómo puede nuestro gobierno pretender que con estas simples cifras se pueda sostener la vida en sociedad? Y de verdad cree el presidente que tirando los militares a las calles se puede resolver la delincuencia? Se cree Danilo Medina que la absurda presencia de los militares en el patrullaje pondrá pan en la mesa de los pobres, o les caerá como maná del cielo un empleo digno que les permita vivir sin recurrir al pillaje? Mejorará la presencia de los militares el acceso a los servicios básicos de salud?

Como siempre, nuestros gobernantes se la pasan poniendo parchos y buscando chivos expiatorios. Estamos en una situación económica crítica. Y el gobierno sabe bien que esta olla a presión no se puede sostener en el tiempo. En enero vienen las medidas de la reforma fiscal pospuestas por Danilo cuando la gente el año pasado se levantó a protestar. Y el presidente está consciente que esa gente está dormida, pero despertará cuando le vuelvan a clavar un déficit que quien lo debe pagar es el PLD. Y que cuando la vida se encarezca más, la delincuencia se triplicará. El presidente y el partido en el gobierno saben lo que les va a caer encima.

Y por eso necesitan el «nacionalismo».

Nada distrae más a un pueblo vapuleado por sus gobernantes que apelar a sus instintos más primarios. Ya decía Américo Lugo en una carta dirigida a Trujillo, escrita en 1936, que tenía la creencia, cada vez más arraigada, de que el pueblo dominicano no constituye nación. Se infiere de su carta que atribuye esto a los efectos de la ocupación norteamericana de 1916 sobre la población. Consideraba que era necesario un historiador de la talla de Tucídides para evocar los sucesos patrióticos de la época de la Anexión, a los fines de «vigorizar la debilitada cepa del presente». Y ciertamente, yo concuerdo con este insigne historiador, en el sentido de que nuestro país vivió tiempos en los que unos valores y un amor a la patria y a los dominicanos lo unían. Pero luego que ocupaciones, dictaduras, autoritarismo y presidencialismo caudillista se sucedieron, ese nacionalismo de Luperón y Sánchez se ha desvirtuado para ser utilizado en pro de los más viles fines.

Claro ejemplo es el comunicado del presidente del Tribunal Constitucional, Milton Ray Guevara, quien en nombre del tribunal defendió la sentencia 168-13, que despoja de la nacionalidad dominicana a más de 200 mil personas amparadas por el ius solis, llegando incluso a citar una frase de Juan Pablo Duarte: “Los enemigos de la patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas: destruir la nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la nación entera”.

Esto llevó a la magistrada Katia Miguelina Jiménez a desvincularse de un comunicado que dijo no conocía, y tampoco compartía. Y a propósito expresó: «El Patricio ni deliberó ni votó para dar esa sentencia».

Y es que ciertamente tenemos una historia turbulenta con nuestro vecino. Nos independizamos de ellos, y por lo tanto es normal que persistan ciertas cicatrices históricas que nos dan en nuestro orgullo. Nos independizamos del país que hoy es el más pobre de nuestro hemisferio. Y para colmo, compartimos isla con él.

Gran responsabilidad tiene la historia que se imparte en las aulas, de exaltar las gestas patrióticas sin incitar al odio. Y bien sabemos todos que los libros de texto con los que aprendimos historia dominicana tienen un sesgo de xenofobia y antihaitianismo que permea las mentes influenciables de los párvulos. Es una irresponsabilidad del Ministerio de Educación mantener una línea de enseñanza trujillista, que instruye a nuestros hijos a odiar, en lugar de educar en tolerancia y celebrar las virtudes de nuestros héroes patrios, para que el aprendizaje sea de mantener nuestra soberanía en un marco de cooperación y cordialidad con un país que siempre estará geográficamente pegado a nosotros.

Pero esa responsabilidad la tienen también las altas instancias gubernamentales, con el Tribunal Constitucional a la cabeza, que no ha recibido de Juan Pablo Duarte ningún endoso para utilizar su nombre y sus frases en sustento de sus sentencias. Aunque internamente el Tribunal Constitucional tiene la última palabra, debe recordar que existen sentencias injustas, que la ley es mutable, y que su rol es el control de la constitucionalidad, y no la supuesta interpretación de la voluntad del pueblo, ni mucho menos de la aplicación en 2013 y a rajatabla, de unos enunciados del siglo XIX fruto de una realidad muy distinta a la actual.

Ciertamente que tuvimos próceres admirables, y ojalá hoy en día surgieran personas con esa calidad moral y humana. Pero muchos de los postulados de la Trinitaria y muchas de las frases pronunciadas por nuestros patriotas se hicieron en ese contexto y no en el actual. Dudo seriamente que siendo nosotros como lo somos hoy una nación libre, se pronunciara Juan Pablo Duarte en los términos que lo hizo respecto de la nación haitiana.

Ayer se celebró una actividad en el parque Independencia, en «defensa de la nacionalidad». En la misma se acusó de traidores a quienes no apoyan la sentencia del TC, mientras se gritaba «muerte a los traidores». Eso no es patriotismo. Eso es odio en su estado puro, es xenofobia, es intolerancia, y peor aún es incitación a la violencia. El derrotero que están tomando estos falsos nacionalistas es peligroso. La dominicanidad no debería basarse en el odio a los haitianos, sino en valores que nos unen como pueblo y que nos hacen únicos. Si nuestra identidad no tuviera fisuras y deficiencias este odio no fuera posible, pues al estar seguros de quiénes somos sabríamos que la controlable pero inevitable migración no afectaría nuestros rasgos constitutivos.

Pero saben muy bien los promotores de este falso nacionalismo que el miedo y el odio son rentables, pero que, mejor aún, nos dividen y nos distraen del verdadero problema, que es el déficit, generador de delincuencia, inequidad, desempleo y violencia. Juegan bien sus cartas, y la masa se deja embaucar. Una vez más.

Lo que no dicen, cuando defienden una dominicanidad definida por el Tribunal Constitucional, entre otras cosas, en violación de las reglas de competencia y de las reglas que rigen el recurso de amparo, es que aquí pocos pueden demostrar su linaje cuatro generaciones para atrás. Más aún, omiten mencionar los orígenes de algunos patricios que se verían hoy en día en un serio apuro si tuvieran que demostrar su pertenencia a esa raza dominicana que el TC dice que existe. No mencionan ni por asomo que el padre de Juan Pablo Duarte era español, y su madre hija de padre español; ni que el apellido de nuestro gran Gregorio Luperón era originalmente Duperón, de origen haitiano; ni que la madre de Francisco Del Rosario Sánchez figura como «parda libre», lo que denota su ascendencia africana; ni que el padre de Juan Sánchez Ramírez era español; ni que Concepción Bona era de origen napolitano y canario; ni que Santiago Rodríguez nació en Cabo Haitiano, de madre haitiana.

No lo dicen porque entonces quedaría demostrado que el patriotismo poco tiene que ver con el origen de las personas, y mucho con los valores y el amor al suelo donde nacemos o vivimos. Porque quedaría evidenciado ese supuesto patriotismo que profesan en toda su falsedad e hipocresía, y porque saben que ellos como personas nunca estarán adornados por las virtudes que exhibieron nuestros próceres, que procediendo de orígenes diversos se unieron por la causa que era justa.

Ellos no pueden decir lo mismo.

8 comentarios en “Sancocho de Déficit y Odio

  1. Martin Duquela dijo:

    Excelente, el odio no es la solucion, para enmascarar nuestras debilidades como estado-nacion.

    El nov 5, 2013, a las 10:35 p.m., Beatriz Ferrer escribió:

    > >

  2. Angel Estrella dijo:

    Cada historia personal es la historia condensada de toda la humanidad. Los tiranos tratan por todos los medios de deshumanizarnos, hacernos un número más, aplicando una psicología de masas, a sabiendas de que una muerte era una tragedia, pero que un millón ya era una estadística; tu espisodio difícil a manos de un producto criminal de nuestra sociedad, pudo terminar en tragedia archivada en el balance de cuentas del estado fallido dominicano; y ha funcionado en cierta medida, pues se ha apoderado en nosotros la vacilación de actuar a sabiendas de que no hay autoridad capaz de solucionar tanto crimen a diario, que nos ha hecho perder sensibilidad y nos hace comer de esta dosis del pan de la inseguridad del día a día. El Estado que no protege a todas las Beatrices que a diario son el producto del excedente de la ecuación de la descomposición del sistema capitalista, no es ya mas el producto orgánico mas evolucionado posible de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo, en el cual se levantó como árbitro, juez y legislador, para resolver las contradicciones de clase, creando un balance de concesiones, una paz comprada por ambas partes y que el Estado administraba para un desenvolvimiento mas duradero de las relaciones de producción. Pues bien, este Estado ha llegado a agotar su rol histórico el cual pocas veces asumió en defensas de las víctimas, al punto que privatizó las esperanzas de dignidad a empresas que se tragaron el patrimonio de las siguientes generaciones. En vez de amortiguar el conflicto lo ha polarizado, destruyendo la clase media, engrosando el proletariado, por medio de sus paquetazos y reformas fiscales, diseñadas para relanzar el robo y rescatarse así mismos a nuestra costa por medio de sus leyes.Pero te digo, no es más oscuro que cuando está a punto de amanecer; estamos dentro en las entrañas y las fauces de la bestia feroz que se tambalea, porque está construida sobre premisas falsas, porque la verdad se encuentra en el Pueblo, cuando en ejercicio de la democracia verdadera y participando en su empoderamiento, empuja desde abajo a la supraestructrura para hacerla saltar..no puede ser de otra manera, solo en las masas que no tienen nada que perder mas que sus cadenas está el futuro de la humanidad. Empoderemos nuestra libertad empoderando a estas nuevas generaciones las claves de la emancipación del miedo que paraliza de toda la familia humana y nos hace sentir extraños los unos a los otros.

  3. Mayda dijo:

    Beatriz:
    Deseo aclararte que Santiago Rodriguez no era hijo de madre haitiana. Puedo facilitarte el arbol genealogico si asi lo requieres ya que yo soy descendiente de el mismo. Por otro lado creo que la situacion haitiana no simplemente se deriva de xenofobia y racismo. Hay raices economicas y realidades tanto historicas como sociales que no podemos ovbiar. Es penoso que la ley haya sido puesta con efecto retroactivo, es lo unico que se puede objetar a dicha ley, pero cada pais es soberano para imponer y hacer valer sus leyes. Para darte ejemplos simples los alemanes no dan la ciudadania ni nacionalidad a los nacidos en alemania que no son hijos de padres Alemanes. Suiza tampoco que es normalemtne uno de los paises mas reconocidos por su pacifismo. sin embargo todo hombre en Suiza tiene que asistir a entrenamiento militar obligatorio y mantiene en sus hogares sus armas de reglamento.
    Como seres humanos no podemos ser indiferentes al sufriemto de otros. Y en este aspecto me solidarizo completamente con nuestros hermanos haitianos. Pero a la hora de salir a defender, mi pais va primero. Las necesidades de muchos en nuestro propio suelo son muchas y muy grandes. Simplemente no podemos cargar con la carga economica que son los haitianos. En cualquier pais del mundo al que ingresas de manera ilegal te deportan. El entrar de manera ilegal es romper la ley para comenzar. Asi que una vez rompemos la ley perdemos nuestros derechos.
    Por cierto todos en nuestro pais somo mezclados. Asi que siempre habra algun extranjero en nuetro pedigree sin importar color.

  4. Beatriz Ferrer dijo:

    Estimada Mayda: Gracias por su comentario. Sobre Santiago Rodríguez existen discrepancias entre su acta de defunción y su acta de matrimonio (no hay acta de nacimiento). El acta de defunción dice que su madre era Josefina Masagó, y el acta de matrimonio hace constar que su segundo apellido era Milou, y su madre María Josefina Milou. Fuente: Instituto Dominicano de Genealogía http://www.idg.org.do/capsulas/diciembre2009/diciembre200912.htm

    De todos modos esta información es de 2009, si usted tiene información más reciente siéntase en la libertad de suministrarla por esta vía. Aunque si ciertamente su madre era de origen haitiano, no hay vergüenza en ello, pues los servicios que Santiago Rodríguez rindió a la patria demostraron su entereza y sus virtudes con creces. Incluso si su madre fue haitiana, más valor tiene que este prócer restaurador haya abrazado la causa de la patria.

    Por otra parte me gustaría hacerle la aclaración de que la sentencia del TC no es una ley, es una sentencia, y que yo no propugno por nacionalizar a los inmigrantes ilegales. Yo propugno porque se cumpla la Constitución de 2010, que hace constar que son dominicanas todas aquellas personas que tenían la nacionalidad dominicana antes de la entrada en vigor de dicha Constitución. Y resulta que la Constitución anterior otorgaba la nacionalidad por nacimiento en suelo dominicano. Pido el cumplimiento de nuestro ordenamiento jurídico y la aplicación del principio de irretroactividad de la ley, al igual que usted. Aquí no hay que coger armas, porque las personas afectadas por esa sentencia son dominicanos, nacidos en suelo dominicano, amparados por la Constitución. No son una masa de «haitianos» cruzando la frontera en pie de lucha. Son compatriotas que el Estado no protege, y juega con la desinformación para hacerle creer a las personas que no se documentan sobre el tema que se trata de otra cosa distinta de lo que son. Mezclan en el mismo grupo a los haitianos ilegales, y a sus hijos nacidos en territorio dominicano al amparo del ius solis constitucional. Usted habla de que perdemos nuestros derechos al romper la ley, y precisamente privar de nacionalidad a personas que tienen derecho a ella por haber nacido aquí es romper no la ley, sino peor aún, nuestra Constitución. Saludos.

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